sábado, 12 de septiembre de 2009

Crónica de una borrachera anunciada

En determinadas ocasiones, que a uno mismo le toca experimentar, hay veces en las que tu cuerpo y de sobremanera, tu mente, te piden estar solo, reflexionar en torno a tus proyectos, alejarte del entorno social y laboral para refugiarte como un ermitaño en tu morada y mirar a las palomas comer (Calamaro dixit) pero hay otros contextos, en la que tu juventud te exige ir a salir con tus amigos, pasar en noches promiscuas al licor, alucinógenos y adrenalina. Impulsado por todo lo dicho, y por un factor aún mas desequilibrante, la partida de un camarada con rumbo a tierras bizarras, emprendí una casaca, diez soles y me emrumbé al encuentro pactado por mis compañeros de guerra.

Tragos iban y venían, anécdotas surgían como añejos y comicos recuerdos, los decibeles en cada uno de nosotros iban en aumento, poco a poco los reunidos, ibamos liberandonos de nuestros tapujos personales e induciamos a conversaciones algo alteradas pero siempre en buena onda. Quisiera, post-reunión, creer que el haberme iniciado en tragos algo mas "fuertes" en mi corta pero ya muy insana carrera alcohólica, me hizo ser el mas ebrio y efusivo de los cinco. Me encantaría poderme tragar el cuento de que el limón malogrado que usamos para libar un tequila, surgió efectos devastadores en mi persona o sino que haberme privado de cenar antes de acudir a la cacería, me hizo "caer tan rapido". Pero ¿a quién quiero engañar? ¿con que nuevo cuento sacado de monjes druidas saldré a relatar, para justificar mi estado deplorable? La única razón fue el que ansiaba estar ebrio hasta decir basta y listo. ¡Un amigo partiría de forma temporal y teníamos que beber!

Al día siguiente, cuasi-recuperado de los síntomas del licor, traté de hacer memoria para saber como diantres llegue a mi cama, el porque de varias manchas en mi pantalón y unos rasguños en mis muñecas. Mi madre, obvio, algo mortificada pero muy comprensiva me dijo que mis amigos, ¡si, ellos mismos! me trajeron y claro, sentí a pesar de mi "resaca", una gran alegría por que sean mis "brothers". Recordaré, de seguro, la noche del 11 de septiembre del 2o09, como la primera gran borrachera que jamas haya tenido y sé que alrededor de ella, se contaran varias versiones con fines risorios pero que mas da, fue genial.

En verdad, son esos momentos los cuales recuerdas con un gran significado, te los llevas a la tumba y eres mas feliz que nadie.

Y ¿Qué planes para el fin?...