miércoles, 23 de noviembre de 2011

Sueños

"He soñado tanto que ya no soy de este mundo"

A. Pizarnik

Hoy me he dado cuenta de algo que me tiene aterrado. Tú dices que morir es un arte poético, yo digo que es un acto desesperado. Me gusta mucho más leer que escribir.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Una impecable soledad

Y se entretuvo arrojando dardos, para alejar su corazón de su corazón, porque el recuerdo del Amor es más fuerte que el Amor. Pero existían los dardos, y el whisky. Y algo más: Shelley tenía en sí una cierta soledad que acompaña, una soledad que no mata: una impecable soledad

Shelley Alvarez poseía dos pianos: un Pleyel y un Erhard. Viajaba, de preferencia en el transatlántico France. Shelley Alvarez no era dueño de nada. Ni si quiera de su soledad. Y mostraba con indiferencia el vacío de su vida; porque no era vacío, sino plenitud. Nunca intentó responder la pregunta, y su vanidad legendaria partía de saberse misterioso.

Luchito Hernández

jueves, 20 de octubre de 2011

Tiempos difíciles

Ya era las 3:00 a.m y Camilo seguía corrigiendo los exámenes que tenía que devolver al día siguiente. Saco su cajetilla Marlboro Light y procedió a ejecutar el ritual que se acostumbra hacer al momento de prender un cigarrillo. Mientras se acomodaba en su sillón para beber algo de café, recordó que mañana vencía el pago de la renta del studio que alquilaba en el centro de París y que el Sr. Charleville no le perdonaba ni un día de atraso. El Sr. Charleville bordeaba los sesenta y poco a poco iba olvidando lo que se le decía pero jamás la renta del edificio. Se llegó a casar tres veces y en todas las ocasiones sus esposas se fueron con todo su dinero, perteneció a la izquierda de los años 70's y siempre renegaba de que ahora ya nadie muere por sus ideales. Pobre Sr. Charleville, murmuró Camilo mientras de alguna extraña forma pensaba que el cigarrillo jamás terminaría de consumirse en el cenicero. Se levantó y miró por la ventana para ver si algo lo distraía en la calle pero no encontró nada allá afuera. Comenzó a pensar, una vez más, en lo insignificante que era frente a todos los espacios que no ocupaba, esos lugares donde él no existía, no respiraba, no oía,no sentía, no era nadie. Y quizás era eso lo que realmente buscaba, no ser nadie en medio de este vida donde todos quieren ser algo, donde las personas buscan encasillarse en un oficio o ideología. Todo esto le provocó náuseas y tuvo que apartar la mirada de la ventana. Llegó a la conclusión de que tener estas ideas antes de dictar clase un Lunes por la mañana no era muy recomendado para su cabeza, así que, luego de vomitar fue a prepararse unos tallarines.

Al día siguiente, de regreso a su casa, se detuvo a ver un espectáculo callejero. Se sentó en la banca más alejada de la gente y observó maravillado la performance que duró alrededor de unos veinte minutos. Las noches en París tienen algo distinto al resto de lugares en el mundo: su aroma a café con croissant, los escritores con pocas monedas en los bolsillos, sus bateau-mouche y sus buses donde suenan Edith Piaf y Jean Jacques Goldman. Así que, decidió alargar su estancia en la calle. Su reloj marcaba las nueve menos diez, momento en el que decidió ir al bar que estaba a la espalda de su cuarto. Camilo se sentó en la mesa más próxima al televisor y echó un vistazo por todo el local para ver si se encontraba con algún conocido. Al frente suyo vio a un par de señores mayores que aparentaban estar muy ebrios y discutían, algo alterados, en cómo el Partido Comunista Francés iba perdiendo adeptos conforme el pasar de los años. Siempre le había tenido un cierto temor a la vejez pero imaginó que llegado el momento, sí iba a pasar el resto de sus días de la misma forma que estos dos extraños no tendría porque más preocuparse. Esta idea lo reconfortó, la anotó en su libreta y pidió unos huevos revueltos. A su costado, estaban los "utópicos parisinos". Un grupo intelectual formado por latinos, eran cuatro hombres y una mujer, todos escritores y se habían ganado un justo reconocimiento en los ambientes culturales del centro de París. Se solían juntar siempre en el mismo bar y en la misma mesa, tenían ideas guerrilleras y aún defendían el uso de la rima y la métrica en la poesía, gustaban del vino tinto y los gatos de color blanco y siempre andaban con un libro escrito por un autor de apellido impronunciable bajo el brazo.

El tiempo pasaba, porque no sabe hacer otra cosa, y creyó conveniente que ya era hora de volver a su habitación. Pagó, se despidió de Parker, el mozo, y cuando estaba poniéndose su chaqueta sintió una mano en el hombro

-Hola Camilo- dijo la voz

Reconoció la voz, era Matías, el hermano mayor de Luciana, su primer amor juvenil. Matías residía en París desde hace ya más de cinco años, trabajaba en la revista L'ombre de Paris.

-¿Supongo que ya te habrás enterado, no?- dijo Matías
-No, realmente no sé que ha pasado- dijo
-Luciana murió hace dos días- respondió Matías

Camilo fijó sus cinco sentidos en asimilar esta situación y dar una respuesta coherente

-Aquí te dejo la dirección donde la estamos velando, espero verte allí- dijo Matías saliendo de forma apresurada del bar, perdiéndose entre la multitud de la calle.

Una vez echado en su cama pensó en Luciana, en las clases que no había preparado para mañana, en la renta y sintió frío. Se quedó inmóvil durante toda la noche como si estuviera muerto.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Anónimo

He llegado a la firme convicción de que mi inspiración alquila una pensión de mala muerte, camina sin zapatos por la calle, se baña dos veces por semana y se acuesta con la primera mujer que le gusta lo que escribe.

martes, 16 de agosto de 2011

Antipoeta

Yo me reía del niño
que lloraba
cuando visitaba al peluquero
y me hice
el dormido
en el micro
para no pagar
Yo me cagué
en la piscina
y acusé con el dedo
a mi hermana
en una reunión familiar
Decía ser de izquierda
repartiendo volantes
en la Arequipa
pero leía el Comercio y el Correo
Yo oriné
en la pared
donde estaba escrito
"Prohibido orinar aquí"
y le decía a ella que la quería
cuando en realidad
su mamá
era la que
realmente me gustaba
Porque yo soy la peor persona
en este mundo
y por eso
tengo un blog
y escribo poesía
Duro pero cierto

jueves, 21 de julio de 2011

S.O.S

Lo peligroso no es despertar en una habitación desconocida
Lo peligroso no es estar adeudado hasta el cuello
Lo peligroso no es tomar micro e ir en el asiento de adelante
Lo peligroso no es dar amor a cambio de placer
Lo peligroso no es embriagarse dos días seguidos
Lo peligroso no es leer poesía si no escribirla
Nada de eso es peligroso

Porque en medio de una noche
en el instante en que el eco de la soledad toca
la ventana
pidiendo ser rescatada de esa selva de allá afuera
Esta vida,
lamentablemente,
no es tan poética como estos versos
porque mientras yo escribo sobre mí
afuera se matan a besos dos jóvenes
que desean a otros dos anónimos
Como yo deseo tener guardados todos estos años vividos
en una botella pero no.

Y como decían los refranes
Si vas a terminar algo, termínalo bien
Así que si decides borrarme de tu vida
hazlo rápido,
como dura el suspiro de un condenado a la guillotina
no lo dudes, chica
pero si no
puede que por las tardes
mientras llegas
de tus actividades intelectuales y artísticas
a tu casa (que tan bien conozco)
pienses en mí
y eso sí sería peligroso.

miércoles, 13 de julio de 2011

Disperso

Yo preferiría comerte la boca a estar escribiendo esta línea.

Qué lástima.